Abril fue el mes en el que se celebró la creatividad, la innovación y el espíritu empresarial a nivel global, tanto en individuos como en comunidades. Dicho sea de paso, Argentina es el país que tiene mayor cantidad de nano-emprendimientos, sueño de muchas personas. Más allá de inspirar a más personas a emprender, es crucial abordar los desafíos que se presentan en el camino.
De acuerdo con un estudio de Alegra.com, empresa especializada en software de gestión para MiPymes y emprendedores, Argentina se destaca por su creciente emprendimiento independiente. El informe indica que el 15% de los emprendedores en el país son freelancers, mientras que el comercio minorista tiene una representación del 32%.
La Fundación Observatorio Pyme señala que solo el 20% de las pequeñas y medianas empresas lograron recuperar parte de sus márgenes de rentabilidad y aumentar su productividad después de la pandemia. Durante este período, el Global Entrepreneurship Monitor (GEM) observó un auge significativo en la creación de nuevos negocios debido a la necesidad de adaptarse a los cambios económicos y sociales provocados por la crisis sanitaria.
Este fenómeno también se reflejó en Argentina, donde se registró un incremento en la cantidad de emprendimientos, especialmente en sectores como el comercio electrónico, la tecnología y los servicios digitales. Según la consultora Analogías, esto ha dado lugar a una nueva forma de «autoempleo», es decir, emprendimientos que representan una salida laboral inmediata y accesible para cualquier persona.
Así, los nano-emprendimientos, negocios propios de la era digital, han cobrado relevancia. Estos se centran en tres áreas fundamentales: redes sociales, comercio electrónico y la operación administrativa y logística.
QUÉ SON LOS NANO EMPRENDIMIENTOS
Una característica clave de los nano-emprendimientos es que, a menudo, los emprendedores carecen de experiencia en el ámbito empresarial. Emprenden por necesidad, sin contar con un sólido conocimiento previo. En muchos casos, la principal motivación para generar nuevos emprendimientos es la falta de empleo. Esto implica que son concebidos más como una salida laboral accesible que como el resultado del deseo de lograr autonomía y realizar un proyecto personal.
Por lo tanto, estos suelen ser proyectos unipersonales, donde el emprendedor, sin experiencia, debe gestionar todo por sí mismo: desde crear un ecommerce, administrarlo, gestionar inventarios, almacenar productos, manejar la rotación, subir contenido a redes sociales, hacer publicidad en línea, vender en redes sociales, gestionar plataformas de pago, entre otras tareas.
A simple vista, esto se presenta como una tarea compleja, y la teoría lo confirma. Un estudio detallado sobre emprendedurismo en Argentina, realizado por el Ministerio de Producción en 2018, reveló que 8 de cada 10 nuevas empresas sobreviven hasta los dos años, y solo 3 llegan a los ocho años.
Los emprendedores que comienzan desde cero enfrentan varios desafíos. Por un lado, la falta de proveedores confiables y una logística eficiente, lo que dificulta la adquisición de productos o servicios necesarios y la entrega oportuna a los clientes. La falta de conocimiento o experiencia en la importación de productos es otro problema. Esto limita la capacidad de ofrecer buenos precios, variedad y disponibilidad de stock, reduciendo así la competitividad en el mercado.
Además, la ausencia de sistemas y procesos eficientes suele llevar a una gestión inadecuada del negocio, aumentando los costos operativos y disminuyendo la calidad del servicio. La falta de herramientas y software automatizados obliga a los emprendedores a invertir mucho tiempo en tareas repetitivas, impidiéndoles centrarse en actividades estratégicas y de alto valor. Por otro lado, sin estrategias de marketing disruptivas, los emprendedores luchan por destacar en un mercado saturado. La falta de una estrategia clara para identificar y alcanzar al público objetivo afecta la demanda y las ventas.
Aquellos que se aventuran en los nano-emprendimientos se sorprenden con la cantidad de elementos desconocidos al iniciar un negocio digital. Además de lidiar con proveedores, logística y clientes, ahora deben manejar todos los aspectos de las redes sociales. La práctica también obliga a desafiar muchos prejuicios sobre el emprendimiento. Por ejemplo, la creencia de que, siendo un emprendimiento digital, se necesitará menos tiempo. Cuando esta ilusión se derrumba, la persona puede querer delegar parte del trabajo de marketing en una agencia, la cual a veces fracasa por no ser experta en ciertos nichos.
La falta de conocimientos en administración y gestión de equipos para delegar tareas secundarias consume recursos, tiempo y dinero, lo que limita el crecimiento de la empresa. La importancia del know-how también se extiende a otras áreas clave, como los regímenes publicitarios. Desconocer las normas y políticas de las redes sociales puede llevar a sanciones y baneos de cuentas, lo que a veces implica empezar de cero.
Con este panorama en mente, los profesionales consideran que una de las claves para no fracasar en los emprendimientos es saber acerca del ambiente antes de adentrarse en él. Lo cierto es que no es para nada sencillo el hecho de querer involucrarse en un nuevo tipo de ambiente, aun no sabiendo nada al respecto.
La educación y la información van a ser esas cosas que ayuden a los emprendimientos a salir de la situación de aprietos, brindando herramientas que puedan colaborar los emprendedores. De a poco irán conociendo aquellas cuestiones que serán fundamentales a la hora de salvar la empresa en situaicones de estrés.
